Según un estudio de la consultora Es Otro Kantar Media, el 100% de los instagramers de gastronomía canarios coinciden en que todo lo que prueban «está riquísimo». Para estos «influencers», cualquier plato que degustan mientras se graban en vídeo para posteriormente editarlo y publicarlo está «muy rico», «riquísimo» e incluso «son los mejores que hemos probado».
Para realizar este estudio, la consultora ha analizado cientos de cuentas de Instagram de personas dedicadas a grabarse comiendo fuera, como «Ingiriendo por Gran Canaria», «Alimentándote por Tenerife», «De tapas por Canarias», «Guaci y Agoney comen hamburguesas», «Comiendo por Puerto del Rosario», «Guaci y Agoney se taponan las arterias con papas locas», «Matando el jilorio», «Guachincheando», «Guaci y Agoney se ponen finos a arepas» o «Guachinches posmodernos», para constatar que hay una sorprendente unanimidad de opiniones y pareceres.
Estos datos llevan a los expertos a pensar que, de una parte, existen acuerdos previos entre los locales y los instagramers para hacer publicidad bajo la apariencia de una visita casual, y de otra, que a estos instagramers, por su propio amateurismo y falta de formación, les parecería una delicia incluso una gamba rancia frita en aceite de motor.
Pam Bhuffeta, representante de la Asociación Española de Críticos Gastronómicos, que espera abrir sucursal en breve en las Islas, lamenta la profusión de este tipo de perfiles, «que devalúan la profesión del crítico porque es gente que no tiene ni idea de cocina, ni de gastronomía, ni de ingredientes, que engulle sin sentido delante de una cámara y lo sube a Instagram en busca de likes y validación, cuando lo que hace es prescindible y no aporta nada a la divulgación de la gastronomía porque ni vocabulario tienen para describir lo que se están comiendo».
Bhuffete recordó que su organización impulsa una recogida de firmas para pedir un cambio legislativo que incluya en el Código Penal autodeterminarse como foodie sin tener formación o experiencia en el campo de la gastronomía.