El pasado viernes, el Cabildo de Lanzarote inició el proceso administrativo para cambiar su denominación oficial a «Cabildo de Lanzarote y La Graciosa», un gesto que «trasciende lo simbólico» según explicó el presidente insular Oswaldo Betancort, ya que consolida el reconocimiento que el Estatuto hizo del islote como octava isla del Archipiélago. No obstante, este cambio puede traer otras consecuencias ya que, según fuentes cercanas a la presidencia, abre la puerta a incrementar el estipendio de Betancort en otros 30.000 euros, tras su reciente y muy polémica subida del sueldo nada más acceder al cargo.
Desde el entorno de Betancort explican que «no es lo mismo ser presidente del Cabildo de Lanzarote, que serlo del Cabildo de Lanzarote y La Graciosa, es más responsabilidad, más trabajo, más desvelos, más de todo». Al recordar que la competencia sobre el territorio graciosero ya era real antes de cualquier cambio de nombre, estas mismas fuentes señalan que «eso es irrelevante, las cosas toman cuerpo cuando se nombran, y claro, ahora hay que cambiar cartelería, papel timbrado, tarjetas de visita, el vinilo del jet privado de la presidencia (el Bai-Force One), etc., y todo eso tiene que supervisarlo Betancort en persona; lo que está claro es que el trabajo hay que recompensarlo, y si lo que los ciudadanos quieren es un presidente que trabaje gratis, pues que vayan al jardín de cactus y cojan uno».
«Y ojo que no sean 35.000», añadió Betancort desde la puerta de su despacho mientras el personal de seguridad del Cabildo lanzaroteño acompañaba de forma amenazadora a nuestro redactor al exterior del edificio.