Los diversos privilegios retributivos, y sus mejoras, de los que gozan los diputados del Parlamento de Canarias quedarán fijados en el Reglamento de la Cámara a través de un epígrafe conjunto denominado «Ingreso Mínimo Vital del Diputado/a», según ha decidido la Mesa que dirige el hemiciclo. A pesar de la controversia generada, el Parlamento no da marcha atrás y mantendrá las retribuciones de los diputados que tienen dedicación exclusiva durante los dos meses que dura la disolución pre-electoral (lo que equivale a dos meses más de sueldo sin trabajo), la cesantía para los diputados que no repitan (es decir, un mes más de sueldo sin trabajo para los que no consigan escaño), la actualización de los sueldos al mismo nivel que los funcionarios, y otras novedades como la participación en la peña quinielística del Parlamento, con cargo al presupuesto de la Cámara, hasta la constitución del siguiente hemiciclo o la autoridad para pedir a cualquier ciudadano que les pague el desayuno sólo con mostrar la acreditación parlamentaria.
Fuentes de la Mesa rechazan de forma tajante que se pueda hablar de privilegios, y con notable desconocimiento de la realidad canaria, explican que «en Canarias hay un número muy elevado de personas en situación de pobreza, por lo menos 20 o 30, y este IMV del Diputado sirve para evitar que 70 personas más caigan en ese pozo de desesperación, marcas blancas e indignidad». Añade esta fuente que «hasta barato nos parece para evitar esta hecatombe». Además, justifica la cesantía para aquellos que no repitan señalando que «los diputados del Parlamento de Canarias no tienen derecho a paro, lo cual en cierta forma es lógico porque tampoco es que se deslomen trabajando».
Cabe recordar que el sueldo de un diputado que no tenga ninguna otra responsabilidad, sin portavocía o presidencia de Grupo, asciende a 3.975 euros brutos, a lo que se añaden las dietas por asistir a Plenos y Comisiones. La presidencia del Grupo Parlamentario o la portavocía añaden más de 1.000 euros mensuales al estipendio.
Mientras, la polémica arrecia en las calles y en las redes sociales, donde defensores de estas subidas aseguran que los salarios de los diputados son «el chocolate del loro», frente a otros ciudadanos se preguntan cuánto chocolate es capaz de comer el loro antes de morir de una sobredosis de teobromina. La noticia de las mejoras en las retribuciones de los diputados ha sido recibida, no obstante, con cierto alivio en las colas de los comedores de Cáritas, donde muchos usuarios coinciden en que «bastante tenemos con lo nuestro como para encima tener que aguantar lloraditas de diputados».