Con lágrimas y tristeza, vecinos de las calles por donde pasará la comitiva que trasladará a la Virgen de Candelaria hasta la capital de la isla, han despedido durante la mañana de hoy viernes al servicio intensivo de limpieza que se ha efectuado en aceras, calzada, zonas de depósito de residuos y en general cualquier rincón que pudiese recordar el habitual estado de la ciudad, aplaudiendo al improvisado desfile de operarios y personal que ha participado en este evento.

«Yo me enteré ayer y no he llevado a los chiquillos al colegio para que pudiesen ver nuestra calle limpia y con olor a jabón», señalaba Antonia, una vecina visiblemente emocionada.
«Ni sabía que los contenedores de basura se pudiesen mojar», nos decía sorprendida María Asunción. «Siempre los había visto igual de sucios pero es verdad que sólo llevo 10 años viviendo en el barrio».
A Roberto, que regenta un pequeño kiosco, este operativo especial le ha pillado de sorpresa y con resignación nos ha confesado que frente a su puesto de trabajo había una esquina donde la gente llevaba a orinar a sus perros y que muchas veces, ahora que las ventas ya no son las de antes, pasaba el tiempo tratando de asociar las manchas de la pared con objetos, animales o incluso con personas. «Una vez me pareció que un meao tomaba la forma del rostro del Rey, pero no del de ahora sino del de antes. Imagínese que hasta lo que goteaba había formado un reguero en el suelo y me recordaba el bastón ese que usaba» , nos comenta con cierta melancolía.
«La gente ya no compra periódicos ni revistas, y desde que no me dejan hacer bocadillos pa los pibes que salen del instituto, ni venderles cigarros, no hay mucho con lo que entretenerse. Yo he visto cosas que ustedes no creerían. Ahora todo eso se ha perdido, como lágrimas en la lluvia…».
Decenas de testimonios de vecinos que agradecen una vez más, y por qué no decirlo, el milagro del que han sido testigos.